El
sueño, su trinchera: zapatear el futuro, la supervivencia
El
sueño
Los sueños fecundan la poesía, y hay
quienes sueñan que ventarrones de protesta se levantan, y que es el hombre campesino nuestra esperanza
futura.* Quienes lo sueñan, además, se dicen afortunados porque
su único patrón es la conciencia; se les conoce como Los Cojolites.
Me encontré con Joel
Cruz, Benito Cortés y Ricardo Perry el pasado 16 de diciembre en las
instalaciones de Verbigracia. Llegaron cansados. Antes de comenzar su
itinerario en la ciudad de México para presentar Zapateando (Round Whirled Records, 2014), su cuarta producción de
estudio, fueron a ofrendar Una luz por
Ayotzinapa, concierto que ocurrió el 14 de diciembre en Tixtla y al que
fueron convocados por los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro
Burgos”.
Los Cojolites quisieron
sumarse a la invitación no sólo porque vivimos un momento histórico, cuya
responsabilidad —señala Ricardo Perry— está en esos jóvenes, sino porque llevan
la música como bandera. Joel apunta que su llegada a Ayotzinapa “es una forma
de poder solidarizarnos, desde lo que somos, de decir: aquí estamos, estamos
con ustedes, sentimos lo que ustedes, no a la misma magnitud, pero reconocemos
que están sufriendo una cosa que esperamos nunca sufrir y por su lucha, creemos,
se pueden librar nuestros hijos e hijas de estos esquemas violentos; es un
momento histórico en el que hay que sumar voces, generar otros espacios de
protesta… Ellos [los estudiantes y familiares de los normalistas] tienen una
agenda clara y nosotros desde la nuestra, que es la música, desde esa trinchera
aportamos”.
Su trinchera
Relata Perry que ellos nacieron donde se crió la primera civilización de América, de los pueblos nahuas y popolucas del sur de Veracruz, y allí brotó el son jarocho: “nuestra música nació clandestina, nació agredida”, perseguida, apuntala Joel. Por ejemplo, continúa Perry, “en nuestro nuevo disco, los versos de ‘Las poblanas’, con los que iniciamos, son versos de más de 100 años y pareciera que lo hicimos para este momento y no, así han sido los versos de ‘Luna negra’ también; solamente los rebobinamos… y es el sentir de la gente sobre la opresión que siempre han vivido las comunidades indígenas en nuestro país, no es nuevo. Eso refleja la música, no es que seamos contestatarios, no hacemos música de protesta, tocamos el son jarocho como es el sentir de nuestro pueblo”.
Su trinchera
Relata Perry que ellos nacieron donde se crió la primera civilización de América, de los pueblos nahuas y popolucas del sur de Veracruz, y allí brotó el son jarocho: “nuestra música nació clandestina, nació agredida”, perseguida, apuntala Joel. Por ejemplo, continúa Perry, “en nuestro nuevo disco, los versos de ‘Las poblanas’, con los que iniciamos, son versos de más de 100 años y pareciera que lo hicimos para este momento y no, así han sido los versos de ‘Luna negra’ también; solamente los rebobinamos… y es el sentir de la gente sobre la opresión que siempre han vivido las comunidades indígenas en nuestro país, no es nuevo. Eso refleja la música, no es que seamos contestatarios, no hacemos música de protesta, tocamos el son jarocho como es el sentir de nuestro pueblo”.
Joel agrega que en la
música de Los Cojolites hay un discurso político en defensa de su identidad,
“y, en estos tiempos, la defensa de la identidad es algo contestatario, porque
existen intereses internacionales que quieren hegemonizarnos, hacernos una
misma pasta para que consumamos todo los productos que ellos sugieren; entonces,
el son es una manifestación del pueblo, que forma parte de un universo cultural
que nos identifica como habitantes de las tierras de los olmecas, y a partir de
la defensa de nuestra música también defendemos nuestro territorio, nuestra
comida, nuestras plantas, nuestro espacio, nuestra forma de hablar, pensar y
crear, y ya implícito en ese proceso va un discurso. Es una expresión que nos
hace ser distintos y poder dialogar con otras culturas y aportar”.
Y en este momento, Los
Cojolites aportar cantándole a los estudiantes y vibrando contra la
criminalización de los jóvenes, porque —recalca Joel— en todos los espacios el gobierno se siente
agredido por los jóvenes. Bien lo expresó la banda Massive Attack en octubre del 2014:
Pienso, luego me desaparecen.
Zapatear
Dos años después de publicar Sembrando flores (Round Whirled Records, 2012), el disco por el que fueron nominados a los Grammy, Los Cojolites nos entregan Zapateando, disco que grabaron en San Francisco, bajo la producción de Greg Landau, quien una noche los fue a escuchar a La Peña Cultural Center, en Berkeley, California.
Zapatear
Dos años después de publicar Sembrando flores (Round Whirled Records, 2012), el disco por el que fueron nominados a los Grammy, Los Cojolites nos entregan Zapateando, disco que grabaron en San Francisco, bajo la producción de Greg Landau, quien una noche los fue a escuchar a La Peña Cultural Center, en Berkeley, California.
En ese momento, el
grupo pasaba un trago amargo porque acababa de perder dinero (incluso hoy día,
comenta Perry, siguen teniendo adeudos por Sembrando
flores) y la producción que preparaba, pero Landau, de origen nicaragüense,
se ofreció a re grabar el material. Al día siguiente grabaron el repertorio que
hoy conforma Zapateando, en el que
homenajean la herencia oral que recibieron de los maestros del son jarocho,
como Donato Padua, cuyos versos retoman en “Las poblanas”, el primer sencillo
de promoción, y donde también reconocen a la familia de Benito Cortés, familia
de poetas de Chacalapa, Chinameca y Comején; versos que abordan la temática
social de la época en que vivió don Donato y sigue vigente, comenta Joel.
Zapateando
es una producción dinámica que en 37 minutos —continúa Joel— “retoma la
espontaneidad de nuestra cultura; tenemos más de 20 años tocando individualmente,
como grupo 15, 16 años… somos parte de una tradición del sur de Veracruz y
también músicos contemporáneos; el disco refleja un equilibrio entre ambas
partes: es un reconocimiento para los viejos maestros soneros, como portadores…
Queremos regresarles un poco a ellos, de ahí esa sonoridad, más apegada a la
tradición. En otros discos hemos explorado otras latitudes, pero de ahí el
nombre de Zapateando, porque la
fiesta de tarima es el corazón de nuestro pueblo.”
A diferencia de
producciones anteriores como El Conejo
y Sembrando flores, en Zapateando no hay composiciones
originales de los miembros de Los Cojolites, sino que retomaron la versada de
los viejos poetas, con una forma melódica distinta a lo que han presentado
antes.
El objetivo —indican
Los Cojolites— es demostrar que no sólo le apuestan a la fusión, sino al apego
por la tradición.
El futuro
Los Cojolites surgieron hace 17 años como un proyecto cultural en Cosoleacaque, Veracruz, con el precepto de rescatar la identidad cultural de la región y bajo la urgencia por incentivar a los jóvenes a fortalecer las tradiciones y vida comunitarias.
El futuro
Los Cojolites surgieron hace 17 años como un proyecto cultural en Cosoleacaque, Veracruz, con el precepto de rescatar la identidad cultural de la región y bajo la urgencia por incentivar a los jóvenes a fortalecer las tradiciones y vida comunitarias.
A partir de la
recuperación local se erigió el Centro de documentación del son jarocho, en
Jáltipan, donde —cuenta Benito— hay actividades y taller de son jarocho para
niños y jóvenes, pero no sólo se trabaja en la ejecución técnica, sino también
en los valores cívicos y sociales que mucha falta hacen en estos tiempos tan
difíciles”. Veinte años atrás, crearon, bajo la dirección de Perry, el Centro
Cultural de Arte Popular eran conscientes de que el son jarocho es un arte ligado
a la alfarería, el telar de cintura y la medicina tradicional.
Hoy día, a través del
trabajo de escenario, Los Cojolites logran mantener el Centro de documentación,
desde luego también gracias a los donativos que reciben anualmente con la
organización, desde 21 años, de un festival que se realiza los días 27 y 28 de
diciembre; también con colectas y ventas de discos. Además, imparten un
seminario de estudios culturales y del son jarocho, en un predio que —rememora
Perry— “llamamos Luna negra, destinado la recuperación de la naturaleza: hay
áreas de bosque muy fuertes, así como siembra de semillas… y es nuestro trabajo
de dar a la naturaleza lo que tanto le quitamos y ser consecuentes de cantarle
a nuestros ríos, flores, aves, y queremos que sea ejemplo para los 11 pueblos
indígenas que existen en la isla de Tacamichapan. Y si, por ejemplo, nosotros
necesitamos la madrera de cedro para nuestras jaranas, pues tenemos que
sembrarlo”.
Los Cojolites también
siembran historia, conservando la memoria a través del resguardo de fotografías
y videos, y también de un trabajo editorial, como la revista Son del sur, de la que han publicado 10
números, localizables en la biblioteca del Centro de documentación, donde se
conservan documentos únicos que sólo pueden encontrarse ahí. Cualquiera puede,
además, consultar su portal de YouTube, que este año publicó 350 videos,
prácticamente uno por día, editados por Joel, Perry y el canadiense Gabriel
Fields; sobre esto, agrega Perry: “esperamos continuar, nos faltan cientos de videos
que grabamos hace años, importantes para entender el proceso histórico del son
jarocho, desde el trabajo de viejos músicos que ya murieron y de la formación de
Los Cojolites cuando eran niños; ahí esta nuestra historia, no queremos
atesorar nada para nosotros ni vender”. Un legado noble.
La supervivencia
De la música sobrevivimos, confiesa Perry, por ello, Los Cojolites “decimos vivir juntos, porque no había de otra”. Así, bajo esta realidad, la agrupación tomó una vía de colectividad: juntar sus ganancias y comer juntos. “Lo poco que llega va para el proyecto, para las cuerdas de nuestros instrumentos, que son caras, para repararlos, y ahí andamos batallando”, agrega.
La supervivencia
De la música sobrevivimos, confiesa Perry, por ello, Los Cojolites “decimos vivir juntos, porque no había de otra”. Así, bajo esta realidad, la agrupación tomó una vía de colectividad: juntar sus ganancias y comer juntos. “Lo poco que llega va para el proyecto, para las cuerdas de nuestros instrumentos, que son caras, para repararlos, y ahí andamos batallando”, agrega.
La vida de estos
artistas, aunque el Grammy les atrajo prestigio internacional, es precaria; sin
embargo, el consejo de Los Cojolites para los músicos (y no músicos) “es que hay
que entrarle, todos sobrevivimos, le andamos rascando como cualquier trabajador…
Lo satisfactorio es que hacemos lo que queremos y así debería de ser, sin tener
patrones, más que nuestra conciencia. Somos afortunados, aceptándonos y soportándonos
como somos, porque somos tan diversos que salir adelante es el respeto a cada
quien: integrarnos socialmente hacia algo que nos dé alegría y sonrisas en un
mundo tan complejo”.
Coda
No podía despedirme de Los Cojolites sin preguntarles por la historia detrás de “Luna negra”, son distintivo de la agrupación y uno de los más hermosos.
Coda
No podía despedirme de Los Cojolites sin preguntarles por la historia detrás de “Luna negra”, son distintivo de la agrupación y uno de los más hermosos.
Perry, su director
musical, la relató con emoción: “Estábamos en la biblioteca del Centro; estaba
“Pelusa”, Carlos Rivarola, de Bandula, y “El pato”, de La maldita vecindad,
apoyando la enseñanza de Los Cojolites…”
Preparaban un demo,
antecedente de El Conejo, cuando a
Noé González se le ocurrió un acorde. “… En ese momento se hizo el verso del estribillo
de “Luna negra, negra luna,/ ¡negra!/ Color de tu madre”; una referencia de una
música de los negros de Perú, porque Rivarola trabajó con Tania Libertad (Ahora
que vino Susana Baca [los visitó en Jáltipan], nos dijo que le daba gusto que retomáramos
esa frase.)… Empezamos a ver qué letra y me tocó a mí decidir que retomaríamos
las décimas de Arcadio Hidalgo, muy antiguas… Las tomamos porque nos gustaban y
pensamos que a larga estamos otra vez poniendo estos versos en una dinámica
nueva; pareciera que inventamos la música, pero no, simplemente los retomamos”.
Durante los primeros días de
lanzamiento, Zapateando se posicionó
en el sexto lugar de ventas en Estados Unidos, y continúa dentro del listado de
los primeros 100 discos. Aún se encuentran en pláticas para introducirlo en las
tiendas mexicanas, pero en sus presentaciones en vivo y a través de las
plataformas digitales puede adquirirse.
La próxima estación de Los Cojolites no es Esperanza, es India. Todo el
éxito para ellos.
* Versos de Luna negra
Zazil Collins
Radio DJ | Escritora
Zazil Collins
Radio DJ | Escritora
**Próxima publicación
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