¿Quién se lanza a una
caminata en solitario sino el viajero que busca encontrarse? La silueta de un
hombre atraviesa un aparente llano, cuando el cielo se oscurece, en una suerte
de viaje de iniciación en el que se enhebra una cadencia, la cadencia de un
canto. Eso nos deja intuir la contraportada ―arte de Arturo López Pío, de
Cineamano― de La cola del dragón,
primer material de estudio de Cuatro minimal, grabado en la Sala Julián
Carrillo de Radio UNAM, y coproducido por The
Sukiyaki Meets The World.
Se dice que existen
cinco tipos de dragón, y el tipificado oriental, además de dador, es un
transmisor de mensajes entre los hombres y los seres celestes. Por si fuera
poco, su fascinante figura une elementos opuestos: pájaro, pez, fuego, lluvia,
luna, sol. Su naturaleza gestora concentra los símbolos de la fuerza, la
justicia y la sabiduría. El dragón es la armonía; el dragón es la palabra, porque que guarda también el
espíritu de los dioses, y la palabra es canto. Para muchas culturas, quien
trabaja el lenguaje oral es considerado un sacerdote, un chamán, un
clarividente; así las voces que sobre tambores inscriben esta historia y desde
2011 nos descubren remedios para sanar alientos melancólicos.
El
agosto de ese año, invitados por Nicolas Ribalet (el primer o quinto minimal,
depende la perspectiva), Juan Pablo Villa y Fernando Vigueras se embarcaron en
una travesía con rumbo a Nanto, Japón —un
pequeñísimo lugar donde la gente planta su arroz a fuera de su casa, en
palabras de Villa—, para unirse, desde la expresión mínima, con Chang Jaehyo y Sakaki Mango en el Centro Cultural
Helios, donde han realizado residencias artísticas tanto Villa como Vigueras y
Arturo López Pío. El resultado se presentó en The Sukiyaki Meets The World,
festival anual por el que han desfilado músicos latinoamericanos como Pernett,
en 2012, y este 2016 Cecilia Todd y Aca Seca Trío.
La
historia me la contó Juan Pablo Villa en una desenfadada conversación hace unos
meses. Todo comenzó cuando en un Encuentro de las Artes Escénicas, en la Ciudad
de México, Villa conoció a Benjamim Taubkin, gran compositor y promotor cultural brasileño que vive en Londres,
quien nos invitó a Pío y a mí a un festival a presentar La gruta de Baba, en São Paulo y San Salvador de Bahía, y
ahí conocí a Nicolas Ribalet, un francés que vive en Japón, representando un
proyecto de Chang Jaehyo de música tradicional y contemporánea de tambores
coreanos; nos hicimos muy buenos amigos y resultó que Ribalet, además de ser un
gran manager, es el director de The Sukiyaki Meets The World desde hace diez
años; entonces, al año siguiente fui invitado a una residencia artística en
Krems, Austria, con un músico mexicano que yo escogiera, y decidí llevar a mi
gran amigo Fernando Vigueras, guitarrista de música contemporánea,
experimental, pero que también acompaña, por ejemplo, a Dora Juárez en este
proyecto de música sefaradí con Francisco Bringas… Nos encontramos en una casa
con Sakaki Mango, un japonés que vive en la ciudad de Kagoshima, Japón, y con
Chang Jaehyo, que vive en Seúl, Corea. Ahí
juntos cocinábamos, dormíamos y demás, osea, nos emborrachábamos juntos…
teníamos una vida en la casa y en el Centro Cultural Helios. Ahí empezamos a
darle forma a este proyecto.
Así
Jaehyo, Mango, Villa y Vigueras formaron el ensamble Cuatro minimal para, sin
pretenderlo, mitigar incendios como mediadores de palabras. Su música funde
motivos de las tradiciones musicales de Japón, Corea y México, pero también de
Kenia y Tanzania, pues dentro de percusiones como el janggu se funden la mbira, limba y kalimba.
Cada
vez más relajado, Villa, el artista vocal y compositor, me presenta a los
integrantes no mexicanos: Jaehyo toca en
janggu, que es un instrumento de doble parche y viene de la música tradicional
coreana y se toca con dos baquetas distintas; toca también una especie de
campana o cencerro, y es un gran cantante de la ópera tradicional de Corea, el
pansori. Es excelente, y toca música tradicional pero también la combina con
música contemporánea. Ha sido muy criticado por los más puristas, pero también
aclamado por la crítica justo por lo mismo. Es uno de los percusionistas más
importantes en Corea. Sobre Mango, de quien me advierte “es parte
importante de la alegría de The Sukiyaki Meets
The World, ya lo conocerás”, comparte que es
un compositor, cantautor, digamos, y la manera en que canta y toca es
excepcional. Él combina el japonés y el kagoshima-ben, que es su lengua
materna, y toca con kalimbas y limbas… Ocupa más o menos la mitad del año yendo
a África a estudiar los ritmos, compartir con las comunidades su música y
aprender. Es una persona sumamente cuidadosa y disciplinada con lo que hace...
y es exigente; digamos que muchas de las partes de esta banda él las dirige o
propone la primera forma y de ahí se desarrolla.
Cuatro
minimal nos simplifica en su simbiosis musical que la naturaleza concentra las
máximas que nos fortalecen; los cantos de Juan Pablo Villa —que a ratos
recuerdan voces de animales— a los que entrega su sonrisa, deben hacernos
confiar en ello: cada palpitación es una transformación.
Compuesta
por Fernando Vigueras y Sakaki Mango, la pieza que da vida al dragón es
homónima del disco, y además está dedicada a los 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa, Guerrero. En ella, la voz de Villa concentra la agitación y
transmite la furia de un coletazo de realidad, porque “cuánto más la sangre al
cántaro gotea y nos revienta la cabeza en pedazos de tres en cuatro de cuatro
en tres”. Es la belleza dentro de la furia, donde queda la sensación de que los
espíritus de dolor sanarán con los fraseos acuosos que intentan mitigar
hogueras, como en el caso del popurrí "Arirang/Yo ya me voy", que
combina las tonadas del folclore del arirang y canto cardenche.
Los
anhelos, como astros, también surgen del fuego (Jaehyo) que, avivado por este
cuarteto, nace de los contrarios, cuando mar (Vigueras) y tierra (Mango)
exhalan (Villa) y se encuentran en el tema “Nine”, que significa esperanza en
coreano. Al anclarse en diversas tradiciones musicales de cuerdas y
percusiones, así como en oralidades y folclores primigenios, Cuatro minimal vislumbra la construcción de un lenguaje.
Para la música, el ensamble es hálito y una nueva concepción del tiempo: una
comunión con el universo y la imperante necesidad de escuchar los unos de los
otros, tal como cantan en “Amagiki”, que significa “pequeño” y que fue
compuesta bajo el precepto de “pequeñas personas haciendo grandes cosas”. Para
Villa es una pieza emblemática de la
banda porque fue en la que más trabajamos en la primer residencia, en Japón; es
una pieza en cinco cuartos… Lo que hacíamos era escribir más o menos los
patrones rítmicos que se iban generando a través de las improvisaciones. Muchas
de las piezas parten de improvisaciones. La pieza ya existía, Mango la había
grabado previamente; entonces él la trae con su kalimba y empezamos a
improvisar encima y a fijar ciertas cosas, pero en medio justo abrimos un gran
puente donde estuvimos trabajando qué tipo de figuras rítmicas, cuándo entraba
quién, cuándo salía quién. Hay una parte que es muy evidente cuando yo estoy
haciendo una especie de solo empiezo un loop y desarrollo toda la pieza y después los músicos me van siguiendo y
regresamos… Es un poco como en el jazz: se canta el tema, hay una parte a la
mitad donde se improvisa... Pero al final estas improvisaciones empezaron a
quedar fijas y hacerse una estructura conocida por los cuatro.
Cuatro
minimal canta a la esperanza, a la belleza del cardo en las gargantas, al dolor
de la ausencia, a la paciencia. La cola
del dragón puede escucharse como una ceremonia de lo vital. Lo vital de la
ética y la vida política en una sociedad lastimada, pues las composiciones del
cuarteto se manifiestan por la equidad, la comunión y la (de)construcción de identidades
multiculturales: la apertura de canales de diálogo.
Este
ensamble internacional ―formado por integrantes que, aunque se adoran, casi no
se escriben― por primera vez saldrá de gira a países distintos a los de su
origen, y luego de una breve gira por Nueva York presentará La cola del dragón en México el próximo
3 de noviembre, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Más en Balalaika: http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/index.php/programacion/de-autor/musica-contextualizada/balalaika/21560-cuatro-minimal
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