viernes, 14 de noviembre de 2014

El cielo de los peces gato

El cielo de los peces gato

28/12/12. Crucé seis ríos y dos lagos.
Las mamuts enfilaban la tormenta,
igual que coches en el puente.
El radio transmitía la señal del 100.3 FM.
El Missisippi se me imponía,
mientras el cielo de los peces gato se abría.

29/12/12. El reflejo del aceite en el agua
era calma y decadencia.
En el muelle, un veterano de Vietnam
besó mi mano.
                Perdió las piernas en combate,
igual que el trompetista de St. Peters
en Irak.
Un gumbo también fue calma.

30/12/12. Mademba es de Senegal,
importa chácharas hindúes.
En St. Charles, le compré unos aretes por 5 dólares:
mandalas.
St. Charles era el paraíso de los alcohólicos,
                       el paraíso de los albañiles,
                                      de los migrantes,
                                           los sin casa.

31/12/12. El acento de Alfredo Ga-lin-do,
el ex bailarín cubano,
me pidió fuego en Bourbon.
Señorita, ¿usted también baila, cierto?
                       ¿también habla español, cierto?
Ah, México, suspiró, yo vendí boletos de Metro
en México.
                Me gusta más México que esto…
                si estuviera con los amigos míos de Wyoming.
Su nostalgia era tan crónica, como la de los poetas
de pre-pago en Calle Real.

Se coreaba ya el nuevo año.
Un hombre lobo vestía su ácido;
compartimos dedos de lagarto
mientras el cielo de los peces gato se abría.

2013. “The ass crack of dawn”,
pensé por la mañana.
El taxi llegó a las 5:30 a.m.
Jacobo, pequeño, me ayudó con la maleta.
                Sintonizó la radio. Era día de noticias.
Los espectaculares de la avenida
anunciaban despachos especializados en divorcios.

¿De dónde es?, pregunté.
Nigeria, contestó a secas.
¿Le gusta Fela Kuti?, continué.
Su voz cambió.
¡Conoces a Kuti!
Cuando era niño estuve en un concierto
de Koola Lobitos. In-cre-í-ble.
                Su mamá aún vive en Nigeria.
Él resiste el racismo,
                porque así es el sistema,
                          así es, repitió.
La avenida profunda nos silenció
cuando el cielo de los peces gato se abrió.

Zazil Alaíde Collins

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