Toca las puntas de tus zapatos rojos y di: “Quiero estar lejos de casa”.
Cuando el ojo de la liebre deje volar cien pájaros por tu tristeza, bordea el remanso de silencio donde emana la bocanada, el agua y pálpito de los sin rumbo.
Los ahorcados marchan a Amarillo
para cerrar su cicatriz al mar
con la acústica del meridiano;
Oz existe en el acimut:
es un canto de garganta del búfalo en rapto.
La dulzura del sin dios se agota
cuando engañamos los recuerdos:
Amarillo se nos hundió en las manos
pero los músicos siguen a flote
la tónica desafiante del sin espíritu
que murió cuando el poeta maldijo
la noche de un paraíso sin nubes.
En cada nota de hoguera,
a donde sea que llegues,
intenta ser una palabra plena.
Zazil Alaíde Collins
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